Nido de águilas

Desde allí se descubre un cuadro encantador.
La poética ermita de Nuestra Señora del Valle, enclavada en medio de una erizada sierra en el mismo punto donde existía antes de la conquista el monasterio de San Pedro y San Feliz, aseméjase a un nido de águilas colgado de la roca que la sostiene sobre el insondable precipicio que se abre a sus pies.
La piedra del rey moro, gigante inmenso de granito que alza su cabeza desafiando el curso de las nubes, extiende allí su manto de rocas hasta una distancia infinita, protegiendo con él a la ciudad que duerme a su abrigo.

Impresiones de un viaje a Toledo. Publicado en El Museo Universal (1 marzo 1863)




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