La voz de Toledo

En el punto más desordenado de nuestra juventud nos metíamos de pronto, siempre de madrugada, siempre sin haber dormido, siempre sin un centavo en los bolsillos, en un vagón de tercera clase. Éramos poetas o pintores de poco más o poco menos veinte años, provistos de una valiosa carga de locura irreflexiva que quería emplearse, extenderse, estallar. La estrella de Valparaíso nos llamaba con su pulso magnético.
Sólo años después volví a sentir desde otra ciudad ese mismo llamado inexplicable. Fue durante mis años en Madrid. De pronto, en una cervecería, saliendo de un teatro en la madrugada, o simplemente andando por las calles, oía la voz de Toledo que me llamaba, la muda voz de sus fantasmas, de su silencio. Y a esas altas horas, junto con amigos tan locos como los de mi juventud, nos largábamos hacia la antigua ciudadela calcinada y torcida. A dormir vestidos sobre las arenas del Tajo, bajo los puentes de piedra.

Pablo Neruda. Confieso que he vivido (1972)


 











Un arzobispo coronado leal

En Toledo la buena, essa villa real,
que yaze sobre Tajo, essa agua cabdal,
ovo un arzobispo, coronado leal,
que fue de la Gloriosa amigo natural.

Diziénli Ildefonsso, dizlo la escriptura,
pastor que a su grey dava buena pastura,
omne de sancta vida que trasco grand cordura,
que nos mucho digamos, so fecho lo mestura. 
(...)
Apareció'l la Madre del Rey de Magestat,
con un libro en mano de muy grand claridat:
el que él avié fecho de la virginidat;
plogo'l a Illefonsso de toda voluntat.

Fízoli otra gracia qual nunqua fue oída:
dioli una casulla sin aguja cosida;
obra era angélica, non de omne texida,
fablóli pocos vierbos, razón buena, complida. 

Gonzalo de Berceo. Milagros de Nuestra Señora. La casulla de San Ildefonso. (1260)









Hermosa dama

¡Cómo reluce, allá abajo
en la Vega, alegre y clara,
el aguamanil del Tajo
donde te lavas la cara!
Toledo: Hermosa dama
con guardainfante
¡Qué bien te va la llama
de un sol radiante!
Y al matorral bermejo
de tu melena
¡qué bien le va un reflejo
de luna llena!
Erguida en un parapeto
-campo limpio y cielo raso-
Toledo es un gran soneto
de Garcilaso.

Luis Fernández Ardavín. Madrigales a Toledo (1955)







 

Misterio de mundos

Pesa el cielo cual plomo,
de este mudo Toledo
sobre el pecho vencido
que palpita en silencio.
Pesa el tiempo y la lluvia
sobre el ceño en tormenta
de la vida cansada
de aguantar contratiempos.
Un clamor de campanas
desgañita conventos
y en la paz dolorida
suena un ritmo de lentos
angustiados decires
con tonada en lamento.
Canta el llanto del agua
cual resol de mil fuentes
y el incendio terrible
de los cielos de fuego
desgañita en las calles
griteríos histéricos,
un misterio de mundos
rozagantes y regios 
la vencida grandeza
de magníficos tiempos.
Ya es ceniza la carne
y el granito esqueleto.
Pesa el sol, como plomo,
sobre el muerto Toledo.

Agustín Esclasans. 15 días en Toledo (1945)

 



 





 




Grande maravilla de la naturaleza

Ciudad situada en medio de España, luz y fortaleza de toda ella, fuerte por la naturaleza del sitio, excelente por la hermosura e ingenios de sus moradores, señalada por el culto de la religión y estudio de las ciencias, bienaventurada por el saludable cielo de que goza. Y dado que su suelo es estéril y en gran parte lleno de peñas, mas por la bondad de los campos comarcanos es abundante de todo género de mantenimientos y arreos. Cíñela el río casi toda alrededor, que pasa acanalado por entre dos montes ásperos y altos, no sin grande maravilla de la naturaleza. Queda solamente de la ciudad por ceñir hacia el septentrión una pequeña entrada de la áspera subida y agria.

Juan de Mariana. Historia de España (1601)