Torno geológico

Se cierran los horizontes. Las curvas, antes suaves, erizan sus aristas. Precipitante, la tierra se arremolina en la tormenta de rocas de este insigne torno geológico, habitado: Toledo capital. A sus puertas, el Tajo enloquece; gira en busca del sur, entre la escarpa del caserío y un nudo de rocas; se torna más profundo; torrente vivo en lucha por abrirse paso hacia las planicies, todavía lejanas, de Portugal. Hay un alrededor de olivos en la garganta, casi isla, de Toledo; verdes franjas gayan el campo rojizo áspero, cerrero; pintan en el caos la alquería y la ermita. Ceñida de ciudad, vendrán ahora los espesos ribazos de la Vega: tierra baja, de huertas y frutales.

Pedro de Lorenzo. "Borrador para una vida del Tajo" (1968)






 


Resplandor sobre una colina

Isla de belleza inmortal, sanatorio de almas laceradas por la impureza de esta edad. Toledo es una cumbre que parece una corona, es un resplandor sobre una colina. Aunque sus pulseras de granito se quiebren; aunque sus gradas de tierra vayan borrándose bajo el asalto incesante y cruel de los siglos; aunque en sus callejuelas, palacios y mezquitas su gloriosa voz se debilite en un suspiro, Toledo, la goda, la árabe, la castellana, siempre será señora.
En lo alto está como un faro que guía y como un alerta que previene. Nadie la abatirá sino la leve tenacidad del tiempo.
Y aun el tiempo, que no supo marchitar la juventud del río que la ciñe, ni del cielo que la cobija, ni del sol que la bruñe, no se atrevería a injuriarla si no se disfrazase, alguna vez, de concejal.

Emiliano Ramírez Ángel. Toledo desde los cigarrales. Revista Toledo, 1 junio 1926.





Ciudad de artistas y poetas

Toledo es la ciudad de artistas y poetas. No podemos imaginar nada más salvaje o grandioso. Cuando estás en medio del puente de Alcántara, un hermoso puente, entre paréntesis, puedes ver la ciudad en la colina. En el fondo retumba el Tajo. Quejarse es el término apropiado. Apretado entre dos montañas, corre como torrente, haciendo un gran ruido y levantando olas de espuma.
No hay que imaginar que el Tajo en Toledo es el Tajo que se canta en l'Africaine. Si pudieras ver estas formidables riberas, empinadas, salvajes, terribles, no querrías pasar gran parte de tu vida allí, y mucho menos encontrarías el tiempo para cantar un romance, incluso si fue escrito por Meyerbeer.
Un torrente nunca tiene sus aguas ni azules ni verdes; es suficiente para decirte que en Toledo el Tajo no tiene nada de romántico. Por el contrario, parece tener algo muy positivo y total. Encierra la ciudad como un cinturón, y te aseguro que este cinturón bien vale la pena.

Paul Monplaisir. Voyage en Espagne (1885)