Sin tiempo y sin escombros

Yo también tengo mi Toledo; un Toledo sin tiempo y sin escombros; el Toledo en que vivo, sueño, realizo mis obras de arte y veo nacer las bellas flores que cuida mi esposa, Zoilita; el Toledo que se eleva sobre el río Tajo y desde el que contemplo el grandioso puente de San Martín, ese puente medieval al que quiero tanto que a veces llego a creer y hasta decir que lo hice yo.
Mi Toledo no es siempre el de las callejuelas laberínticas, sino más bien el de las incomparables siluetas de la gloriosa ciudad que se ven desde los peñascales que se elevan sobre la ermita de la Virgen del Valle y desde la cruz de La Bastida, Y lo es también esa catedral maravillosa con sus esbeltas columnas, que parecen sonar como un inmenso órgano de piedra que sólo alcanzan a escuchar y sentir los espíritus.
Mi Toledo no está en el Zocodover y en sus alrededores, que ni siquiera existe ya aquella famosa posada del Sevillano, donde el inmortal Cervantes escribió "La ilustre fregona".
Mi Toledo está en la iglesia de Santo Tomé, junto al cuadro genial de El Greco "El entierro del Conde de Orgaz" y en el evocador palacio de Fuensalida, donde murió la bella Isabel de Portugal. Mi verdadero Toledo está en esta Roca Tarpeya, "nido de águilas", como le llamó un poeta.

Victorio Macho. Memorias (1960)





 








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