Barrancos en esta Toledo enmurallada, con puertas bajo cuyos arcos se fugó la corriente de la historia. Callejuelas empinadas hasta para llegar a la plaza de Zocodover rodeada de portales. Parece que la catedral maravillosa disputó durante una manifestación humana o en una procesión nutrida, para conquistar su sitio entre el apretujamiento de edificios viejos. Toledo está apretada por sí misma y por el pasado detenido aquí al conjuro de uno de esos milagros árabes (...)
Cuando el bus se detiene bajo la puerta que otrora no se abría a extraños, la arquitectura mudéjar se impone en sus arcos, en sus salientes. Esta sí es una entrada triunfal y cotidiana. Ya estamos en lo antiguamente prohibido. Las calles trepan y se hunden como en perpetuo movimiento. Las callejuelas por donde el vehículo pasa restregando las paredes, nos dan de pronto con un cuadrito de jardín en las narices. ¡En las narices! Por ellas entra la emanación del clavel que aquí he venido a saber que no es andaluz, sino que lo llevó de Túnez Carlos V.
Hernán Robleto. Color y calor de España (1957)
Mi pequeño homenaje a "MIRA TOLEDO"
ResponderEliminarY si ahora miro Toledo
y si ahora convertida en cuerpo de mujer,
textura de algodón, golosina,
toco la piedra y miro a través de una ranura
veo a la ciudad despertar al día.
Salí de Toledo en una noche casi día,
de estrellas rondando y luna dormida
en un puente que se estrella sobre el cauce de unas aguas cristalinas.
La ciudad que envidio
nace allí donde otros la dejan, hipnosis colectiva, sin atreverse a cantarle ni llenarla de regalías.
Toledo es casi una estrella apagada desde aquel día
de truenos y relámpagos convertidos en octavillas,
tiros, pasiones, duendes y tremendas sepulturas que todavía se recuerdan,
que todavía me producen angustias.
Si digo y repito
se abre como una caja de truenos con monstruos y pesadillas
que avanzan por las calles de Toledo
haciendo resonar sobre el suelo de tierra y piedras por los años comida
una extraña melodía.
¿Quién habla?. ¡Habla la vida!
sin necesidad de más textos y escrituras,
de una ciudad de Toledo en su altura, cuna,
y en la llanura que le envuelve a cada paso que andas tras los silencios de una tarde tranquila
sepultura, de recuerdos, celos y envidias.
¡Tanta cultura!
y a pesar de los pesares
entre las negras nubes bizcas también incultura
de quienes creyéndose aforados para defender su corpulencia posesiva
se comen la ciudad que no conocen ni disfrutan.
En el año 2014
¿Qué tiene Toledo que por mis poros se respiran, catedrales y conventos, caserones y sepulturas?
Toledo tiene lo que nunca tuvo Atila
una patria en ella nacida y un caballo que trota en los días de ventiscas
trayendo hasta sus plazas y barrios de diferentes culturas,
a navegantes de mares, marinos, que en la ciudad buscan una brújula
para no perderse por ese casco que de todos los cascos sin herraduras
es de los más grandiosos que pudo nunca una pluma plasmar por falta de tinta.
Si la ciudad me viene
y en Toledo me busca
hallará en mi persona
a un lazarillo que le servirá
hasta allí donde el servilismo se convierte en otra cosa distinta.
Toledo, hijo o hija,
dama, o caballero, cura,
oficial de castillo, labrador, artesano, pastelero, canción, ritmo, sonata, cruce de culturas,
con bibliotecas que de ella hablan
en todas las ciudades del mundo que tienen salas de lectura.
Dicen que el reloj anuncia los instantes
al menos Adonis
así los vio en ese Epitafio para Nueva York
que se lanza sobre las culturas
para explicar que la grandeza de los pueblos
es tan simple como la vida
que Federico Garcia Lorca vivió en la ciudad
que hizo de su fama una cuestión de la cual ya nadie duda
y en la ciudad de Toledo
como si Whitam hubiera pasado allí sus mejores días
yo diría:
Que el oficio de toledano
se lleva con tanta grandeza y estima
que no hay en España,
esa de los grandes castillos e historias de Guzmanes relamiéndose de sus heridas
más ciudad que la que se come todos los días
las mejores páginas de historia y de poesía.
¿Por vivir en Toledo que daría?.
No la vida,
pues sin ella
solo queda un corazón vacío de tantas heridas.
No fortunas,
pues estas sirven para cavar fosas
y morir siendo el rico que todo lo quería.
Daría,
el amor que siento por la vida,
ese que en Toledo se transforma en el halo de una luna.
El reloj anuncia los instantes
en que la noche camina
a través de calles, callejones y plazas
buscando una taberna de viejas sillas
con un tabernero que desde la barra anima
a seguir pegándole a la noche con la suela de las zapatillas.
¿Toledo mi muy querida ciudad
de los gozos eternos y de los abrazos de ternura
por qué no te animas
y llevada del pecado que convierte a las mujeres en queridas
te llegas hasta esta pensión
con miras a un precipicio que termina
allí donde la puerta se abre y comienza a llenar la noche con su hermosura
el catre sobre el que duermo
entre plumones de aves del paraíso y para más blancura nieves de las altas sierras
inmaculadas ellas y quienes la trajeron en carros con paja y sal
para conservarla tan pura
como el día en que desde el cielo cayeron copos de nieve entre insomnios y mías fatigas?
Autor: José Vicente Navarro Rubio
Muchas gracias, amigo, por compartir y expresar con tanta inspiración, esa pasión por Toledo.
EliminarTu blogspot es un buen referente y fuente de inspiración. Gracias
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