Sueña como queda
el Tajo
sin que
despiertes, Toledo;
deja pasar las
veladas,
sigue cunando tu
sueño.
Mira a Florinda
la Caba
perderse en coso
de espejos,
que Don Rodrigo
en sus ojos
perdióse y
perdió a su pueblo.
¡Jeuda Leví! De
su llanto
guardan tus
capillas ecos,
Sión, que diste
a marranos
muzàrabe
canturreo.
Sueña con
nebredas de ánimas
en los barrancos
del cielo
al resplandor de
relámpagos
que, Josué,
detuvo el Greco,
y herrín, orín,
verdín, tintes
de solar que
roñan tiempos,
y hollín y
ceniza ascética
te servirán de
memento.
En tus mesones
Cervantes
a su sangre dio
resuello;
las dos cabezas
de tu águila
descabezaban el
vuelo.
Caíste con los
Borbones
en la sima del
recuerdo,
huesa de
leyendas mágicas
de godos y de
agarenos.
Y el imperio de
la Muerte
te dará,
imperial Toledo,
en vida que nunca
acabe
de Dios el
último sueño.
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