Finalmente llegamos a San Juan de los Reyes. Es una iglesia que parece un palacio real (...), uno de los más bellos y nobles monumentos del arte gótico. Solamente es una gran nave, dividida en cuadro bóvedas, cuyos arcos se cruzan bajo ricos rosetones. Las pilastras están cubiertas de guirnaldas y de arabescos; los muros, adornados con una profusión de bajorrelieves, con enormes escudos de las armas de Castilla y de Aragón, águilas, quimeras, animales heráldicos, follaje, inscripciones emblemáticas (...)
De la iglesia bajamos al calustro, que es una verdadera maravilla de arquitectura y escultura. Esbeltas y hermosas columnas que se podrían romper en dos con un solo golpe de martillo, parecidas a troncos de arbolillos, sostienen los capiteles, sobrecargados de estatuillas y de adornos, de los que se desprenden como ramas curvadas, arcos con flores, pájaros, grotescos animales y todo tipo de decoración. Por cualquier parte donde se mire, la gracia y la riqueza se unen con una armonía que enamora.
Edmundo de Amicis. España. Diario de viaje de un turista escritor. (1872)
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