Costumbre antiquísima fue el llevar a los
rendidos delante, cuando los vencedores entraban triunfando. En la Primitiva
Iglesia se observó llevar delante, en las Procesiones de las Letanías, un
Dragón, que significaba el demonio ya vencido, pues había ya Dios dado sobre él
poder a los hombres (...) Desde entonces se quedó esta misma costumbre para el
día de procesiones solemnes, como en el Corpus y en otras festividades: pero
hase mudado el nombre de Dragón en Tarasca, y así la llaman, y llevan,
significando, y acordando, que el Demonio va delante vencido, como antiguamente
llevaban a los enemigos".
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