La ciudad más interesante

Toledo es, quizá, la ciudad más interesante de España, teniendo, como tiene, un bello emplazamiento con recuerdos históricos. Se encuentra a corta distancia de Madrid, en un viaje de apenas seis horas por un buen camino que conecta la moderna con la antigua capital. ¡Qué contraste hoy entre esas dos ciudades! Una, luciendo como una mera mariposa de día, creada por decreto real para satisfacer la finalidad del momento; la otra, entronizada sobre sus siete colinas, ofreciendo en sus muros en ruinas y sus desmoronadas torres, la historia de las glorias del pasado de España. Al acercarse a Toledo, el aspecto general del país mejora, el amplio Tajo que fluye a través de las llanuras, entra en la profunda garganta formada por los acantilados sobre los que la propia urbe está construida y después de rodearla se pierde camino del océano por debajo de la noble ciudad que debería haber sido la capital de la Península.

Lady Louisa Tenison. Castile and Andalucia (1853
)





 






Pensamiento absorto

El sol descendía majestuosamente a su ocaso, reverberando en el ancho río sus áureos rayos. La campiña, cubierta de un verdor claro, alegraba el alma. Las cúpulas de San Juan de los Reyes se destacaban en el azul del cielo, y el cuerpo del edificio se veía entre las colinas cubiertas de árboles, que formaban como el fondo del cuadro. Me detuve a contemplar el exterior del tempo, y apenas pude apartar la vista del ábside hermosísimo de la Iglesia. Dos órdenes de arcos lo adornan, seis pilastras lo filigranan, pilastras que rematan en airosas agujas, que se levantan al cielo como la oración del creyente. El pensamiento se queda absorto al contemplar las cadenas de los cautivos, que redimió la próvida mano de la gran Isabel (...) Levantando los ojos se ven los brazos del crucero ostentando sus ojivales ventanas, que anchas y rasgadas y vecinas del cielo, parecen abrirse para recoger la más pura y más nueva luz de los astros. La cúpula que sobre el ábside se levanta, parece en sus mil recamados adornos la corona centelleante del edificio, que alzándose de la tierra como que toma todos los matices del cielo. ¡Qué hermoso conjunto! La crestería, toda recamada de piedras que parece espiritualizada por los adornos y próxima a doblarse al beso de las auras, como las copas de los árboles.

Emilio Castelar. Una tarde en San Juan de los Reyes en Toledo. Artículo en El Museo Universal. 15 de enero de 1858






 








Nada nuevo

No voy a descubrir Toledo, como aún lo pretenden muchos de aquende y allende los Pirineos: está tan a la mano, es tan fácil visitarla, recrearse con sus maravillas y prodigios, admirar sus monumentos más salientes, que sería ridículo intentar decir algo interesante y nuevo, después de tanto, de tanto y tan bueno como se ha escrito acerca de ella.

Rodrigo Amador de los Ríos. Curiosidades toledanas. Publicado en La España moderna. Enero 1912











Mina inagotable de sorpresas

Para el viajero, el arqueólogo y el artista, mina es Toledo inagotable de sorpresas y de encantos; y para el novelador y el poeta, fuente maravillosa, fecunda siempre, también inagotable (...)
¡Qué cosas dicen las callejas, los cobertizos, los recodos, las encrucijadas, las cuestas, las ruinas y los desmochados torreones de la sin par Toledo! ¡Qué de misterios guarda aún ocultos su viejo caserío, sus arruinados palacios, su tantas veces restaurado Alcázar, su Catedral incomparable, sus iglesias y sus conventos, donde tantas maravillas soñaron sus autores! ¡Qué de fantasías despiertan las artísticas portadas y las salientes laboreadas rejas de muchos de sus edificios particulares! ¡Qué de enseñanzas prodiga a quien acierta a ver en todo ello el proceso de las artes y de las industrias artísiticas toledanas en la era medioeval y en la del Renacimiento! ¡Cómo se agiganta, cómo sacude entonces el letargo morboso en que se supone sumida a Toledo, para proclamar, antes sus desvanecidos detractores, cuán grande fue, y cuán merecidas tiene su reputación y su fama universales, preconizadas tantas veces por españoles y por extranjeros!(...)
No voy a descubrir Toledo, como aún lo pretenden muchos de aquende y allende los Pirineos: está tan a la mano, es tan fácil visitarla, recrearse con sus maravillas y prodigios, admirar sus monumentos más salientes, que sería ridículo intentar decir algo interesante y nuevo, después de tanto, de tanto y tan bueno como se ha escrito acerca de ella.

Rodrigo Amador de los Ríos. Curiosidades toledanas. Publicado en La España moderna. Enero 1912












En el camino de la leyenda

Y ya en el camino de la leyenda, me faltaba ver el sitio por donde se pasearon el Rey D. Rodrigo y la célebre Cava, personajes que obsesionaban mi imaginación, merecedores, por su liviandad, de que el venerable Tajo sacase el pecho fuera y les hablase como dice el dulce y sublime poeta que les habló.
Perdido por las callejuelas de Toledo iba yo, cuando me tropecé con un ciudadano, a quien le  pregunté cómo me orientaría para contemplar, aunque fuese desde lejos, el sitio por donde discurrían el Rey godo y la hija del Conde traidor.
Dando mil rodeos, me condujo a un punto eminente, desde el cual descubríase un precioso paisaje, y me dijo:
-¿Ve usted aquel pradillo? Pues por él se paseaba el Rey bribón que perdió a España y la mala hembra que le cautivó con sus hechizos y por eso un cura famoso escribió unos versos que empezaban:
"Golfaba el Rey Rodrigo..."
- No siga usted. Conozco de memoria la poesía del cura -le interrumpí dándole una peseta de propina y volviéndole la espalda, no sin pensar cómo golfarían el Rey D. Rodrigo y la fermosa Cava.
A las pocas horas abandoné Toledo con el propósito de una nueva visita, y sintiéndome como debe sentirse todo buen español que quiera inspirarse en el recuerdo de las pasadas grandezas de su patria.

Joaquín D. Rickard. Correrías por España. Fragmentos de las impresiones de un hispanófilo (1922)