Esto es una maravilla. Pero, ¿por qué? Yo recuerdo aquellos cuentos disparatados e inverosímiles que nos contaban las criadas viejas cuando éramos niños. Sus impresiones persisten quizá en nuestro espíritu; han sido acaso base de muchas de nuestras ideas de hombres; han contribuido a la formación de nuestro carácter. Y, sin embargo, el relato mismo se ha borrado por completo de nuestra memoria. Es que no tenía consistencia, ni protagonista, ni proporciones, ni acción racional: era la contradicción, nada.
Toledo tiene algo de esos cuentos.
Creo que lo maravilloso de esta ciudad está en nosotros mismos; en la proyección de todo esto sobre nuestro espíritu. Es la sombra de una casa grande, proyectada por el sol al ponerse detrás de ella.
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