¡La catedral de Toledo!
Figuraos un bosque de gigantes palmeras de granito que, al entrelazar sus
ramas, forman una bóveda colosal y magnífica, bajo la que se guarece y vive,
con la vida que le ha prestado el genio, toda una creación de seres imaginarios
y reales.
Figuraos un caos
incomprensible de sombras y luz, en donde se mezclan y confunden con las
tinieblas de las naves los rayos de colores de las ojivas; donde lucha y se
pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas.
Figuraos un mundo de
piedra, inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones,
enigmático como sus parábolas, y todavía no tendréis una idea remota de ese
eterno monumento del entusiasmo y la fe de nuestros mayores, sobre el que los
siglos han derramado a porfía el tesoro de sus creencias, de su inspiración y
de sus artes.
Gustavo Adolfo Bécquer La ajorca de oro 1861
Gustavo Adolfo Bécquer La ajorca de oro 1861
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