Las
calles de Toledo son estrechísimas; se puede dar la mano de una a
otra ventana, y es empresa sencilla saltar de balcón a balcón, aun
cuando las hermosas rejas y los magníficos barrotes de esa rica
forja, tan abundante al otro lado de los Pirineos, puede impedir toda
clase de familiaridades aéreas. Estas angosturas harían protestar
indignados a los ultracivilizados, que sueñan con amplias plazas,
amplios jardines, inmensas calles y otras bellezas y progresos; sin
embargo, nada más razonable en un clima tórrido que las calles
estrechas (…)
Las
casas de Toledo ofrecen un aspecto solemne: las fachadas tienen pocas
ventanas, y éstas se hallan enrejadas. Las puertas, con sus pilares
de piedra granito azulada, coronan con bolas sus remates y tienen un
aspecto de solidez grande, al que contribuyen los clavos enormes
cuyas cabezas forman relieve en las puertas. Estos palacios tienen
algo a la vez de convento, de cárcel, de fortaleza y de harén.
Théophile Gautier Viaje por España
1840
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