Después de una correría larga, desesperada, en que se iban sucediendo a ambos lados tapias bajas blanqueadas, caserones grandes, oscuros, con los portales iluminados por una luz de la escalera, puertas claveteadas, grandes escudos, balcones y ventanas floridas, el hombre se dirigió a una casa blanca que había a la derecha.
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