Yo no sé cómo reprimí un grito de aturdimiento entrando en la nobilísima catedral. Y eso que nosotros somos poco inclinados a la admiración; nosotros que tenemos el claustro de Monreal y la basílica de San Marcos, la catedral de Orvieto y el templo subterráneo de Assisi, la parroquia de Arezzo y la cartuja de Pavía, la catedral de Milán y Santa María de Fiore. Pero la catedral de Toledo tiene tales proporciones, tal magnificencia de arte y tal esplendor de historia, que se impone, domina y sojuzga el ánimo.
LUIGI ARNALDO VASSALLO Impresiones del viaje por España del periodista italiano Gandolín (1887)
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