Una ciudad supera siempre su entorno físico. Y si esta ciudad es Toledo, no puede configurarse si no es pensando en su historia, en su paisaje espiritual y hasta en su luz. ¿Dónde terminan las torres y comienzan las nubes? ¿Dónde terminan los cielos anubarrados del Greco y comienza el azul de ese cielo desde donde descendió la Virgen sobre San Ildefonso? Y en definitiva en una ciudad como Toledo, ¿dónde termina el tiempo de ayer y comienza el de hoy? Porque esta ciudad vive en el sortilegio de un ambiente que sólo los poetas pueden captar y describir.
José Camón Aznar. Prólogo a “La ciudad al sol”, de Emilio del Río. (1970)
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