Por el norte, por el lado de las llanuras adonde no llega el agua, están las murallas. De esta manera, la ciudad queda circundada por un austero rigor inquebrantable. Esta es la antigua puerta de Visagra, tal como los árabes la levantaron hace doce siglos sobre una fortaleza romana conservada por los reyes visigodos Atanagildo y Leovigildo. Son piedras gigantes que el tiempo no ha suavizado: tres filas de bastiones y de torres. Y en la sombra de la puerta, como un viento de roca, los delicados arcos árabes. Detrás están las calles que en suaves curvas conducen a la ciudad recatada.
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