Perderán el tiempo quienes, seducidos por la contemplación de tanta grandeza como encerró esta ciudad en el recinto de sus hoy carcomidas murallas, pretendan seguir en la actual las huellas y el ejemplo de los historiadores de otras edades, para investigar los orígenes y conocer la fecha de la fundación de Toledo. ¿Qué nos importan las noticias y el nombre de las gentes que buscaron primitivamente asiento en aquellas enriscadas alturas, a la orilla del río poderoso que las rodea y fertiliza su Vega renombrada? ¿Qué timbre de gloria añadirá a los por ella conseguidos, el conocimiento de la fecha de su fundación, y el de la raza a que pertenecían aquellos, cuando no ha quedado rastro de sus existencia, y si el testimonio vive, permanece oculto, revuelto y confundido con tantos otros que guarda en las entrañas de la rocosa eminencia, o yacen entre el légamo del Tajo?
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