Por fuerza noble

En el más dichoso clima
de todos cuantos reparte
el continuo afán de tanto
astronómico certamen,
sobre la cerviz altiva
de siete montes, que atlantes
desvanecidos, pretende
contar al Sol sus celajes,
la esclarecida Ciudad
de Toledo, señor, yace,
segunda Roma, pues es
propia copia de su imagen.
Su principio a Telemón
le atribuyeron variables
autores, a Tubal otros,
de Japhet hijo y más graves
historiadores nos dicen,
que Terencio Nigromante
fue quien principio la dio;
pero en fin, la más probable
autoridad es, señor,
que la fundó el arrogante
desvanecido Nabuco,
que para que le adorasen,
estatua se levantó
de oro, hierro, bronce y jaspe.
En esta Madre de tantos
hijos, que solo a ser nacen
vivo asombro de Mercurio,
dichosa afrenta de Marte,
nací: no quiero decirte
lo común de nobles padres,
porque es superfluo, señor,
cuando todo el Orbe sabe,
que nace por fuerza noble
aquel que en Toledo nace.

Eugenio Gerardo Lobo.  Los mártires de Toledo (1773)









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