Descúbrese
Toledo sobre su trágico peñasco, cuyos flancos se desploman en el agua del río.
El sol los golpea con dureza, arrancando limpios destellos de acero. Toda esta
masa rota, contraída, atormentada, aparece dominada por el Alcázar. Y, en el
centro, la Catedral, con su peso macizo, imprime a la cima una presión de
hundimiento.
Francis Carco. Printemps d’Espagne. 1929
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