La leyenda de la casulla es una de las más populares de
Toledo. San Ildefonso, arzobispo de esta ciudad en el siglo XVI, había escrito
una obra en alabanza de la virginidad de la Madre de Dios. La Virgen, queriendo
mostrar su contento a Ildefonso, descendió del cielo una mañana y asistió a la
misa, sentada en la silla del arzobispo. Esta silla, desde entonces, no ha
vuelto a ser ocupada. Se asegura incluso que tan pronto como un profano osa
sentarse en ella es expulsado inmediatamente por los ángeles. La Virgen, al
poner sobre los hombros del santo arzobispo la casulla que únicamente él debía
vestir, se la dio como procedente de los tesoros de su Hijo.
Vimos también en la capilla del santo patrono de Toledo la
losa rodeada de mármol rojo sobre la que la reina del cielo puso sus pies (…)
Una reja protege a la piedra santa. Pero se ha dejado un espacio bastante
grande para que los fieles puedan tocarla con la punta del dedo, que después
llevan piadosamente a los labios.
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