Cuántos encuentros

Estas cuestas, estos pasadizos oscuros, ¡a cuántos hidalgos no vieron cruzar como fantasmas, chispeando la joya del cintillo entre el plumaje de la gorra, sonando al chocar en los guijos del suelo el bien templado acero toledano, el embozo hasta las cejas, el paso escurrido! ¡Cuántos encuentros vieron de caballeros que no se buscaban o que se buscaban, qué de tajos, mandobles y reveses han oído, qué de cuerpos caer sin vida, qué de rondas llegar con el "ténganse al rey", huyendo los que se acuchillaban como sombras que lleva el diablo, (...) qué de canciones deliciosas y tiernas al son doliente de la vihuela resonaron por estos rincones y, mientras el enamorado doncel daba su serenata a la doncella, cómo atisbaba ella por la alta celosía y caían dulces en los oídos del galán trovador los suspiros de la linda encubierta!

JULIO CEJADOR Y FRACUA   Tierra y alma española   (1928)





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