A la hora del crepúsculo es cuando Toledo, desde la Virgen del Valle, se hace más extraordinaria. Cuando el poderoso soporte granítico de la ciudad se ha fundido en los tintes violetas, los últimos rayos solares, que pasan por encima de la sierra, lo iluminan con un resplandor amarillento, al que algunas sombras se entremezclan. Muy pronto las montañas, que se han ennegrecido, se recortan sobre un cielo rojo que inflama a la ciudad, y luego, extinguiéndose, la abandona a la noche (...) Yo sé, a lo menos, lo que nos dice esta puesta de sol en Toledo; congrega todas las formas, todos los sueños, para hablarnos de una vida verdadera a la cual nos creemos predestinados y que nos falta conquistar…
Maurice Barrès. El Greco o el secreto de Toledo (1913)
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