Milagro de la imaginación

Factible que una ciudad sea, solamente, un pedazo de piedra roja y una catedral espinosa sobre la cual vuelan las golondrinas. Una ciudad, en las que imágenes que se registran a distancia, pueden ser cualquier cosa. Hay un milagro de la imaginación, un trasiego de la sensibilidad, un trueque misterioso, generalmente inexpresable, que compone las más inesperadas alianzas, junta olores, mezcla atardeceres de otros tiempos, amontona en el pecho lo que se ha llamado "un no sé qué", provoca imágenes confusas, imágenes que giran con sabor, colores que prodigan perfumes, torres y balcones abiertos hacia un vacío de contemplación, lujo y esplendor de esa frontera donde la nada y la vida se entrecruzan. Ocurre que las golondrinas no eran golondrinas (...)
Ahora podemos entender por qué la visión de la ciudad es una visión parcial, personalísima. Es casi obligatorio realizar una síntesis de entre tantas contiendas, edificaciones, responsos, brujerías, concilios, sobre todo concilios, y arzobispos, muchos arzobispos, al lado de mágicos, como aquel don Illán, que inventó el infante Juan Manuel, y condes que son llevados a enterrar o un caballero con la mano en el pecho. Todo ello envuelto en una luz desafiante: la luz de Toledo que ha sido hecha por el choque de las espadas.

Adriano González León. Toledo en la luz de las espadas (1979)


 




 






Insigne, ínclita, fuerte

Al fin Toledo insigne, ínclita, fuerte,
Toledo la Imperial, la ciudad noble,
la cabeza de España, aquella antigua
famosa corte de los reyes godos,
que como el corazón es en el cuerpo
el centro, y el principio de la vida, 
así es Toledo corazón de España.

Lope de Vega. Al nacimiento del príncipe... (1605)








Ceniza el cielo

Grito en la torre audaz. Alto grito de almuédano.
Así Toledo cuando la tarde se inflamaba.
Luego siguió un silencio lloroso de campanas.
Huesos el caserío. Triste ceniza el cielo.
Laderas que parecen hechas para tormento.
Baja el amigo infiel, baja la desposada.
Él la besa al ceñirla y al besarla temblaba.
Tiembla de amor y tiembla de otro más hondo miedo.
"¡Ah ciudad de hechiceras! ¡Ah, corte de los magos!
Tú", le dice el amante, "tú nos has embrujado"
Llegan a ras del río. Blanco de muerte el labio, 
ella exclama "¡Señor, ya nuestro fin se acerca.
No nos perdones, no, si dos almas en pena
juntar en una sola para siempre quisieras!"

Enrique Larreta. Atardecer en Toledo (1939)

 





 

 

Algo de cuento

Esto es una maravilla. Pero, ¿por qué? Yo recuerdo aquellos cuentos disparatados e inverosímiles que nos contaban las criadas viejas cuando éramos niños. Sus impresiones persisten quizá en nuestro espíritu; han sido acaso base de muchas de nuestras ideas de hombres; han contribuido a la formación de nuestro carácter. Y, sin embargo, el relato mismo se ha borrado por completo de nuestra memoria. Es que no tenía consistencia, ni protagonista, ni proporciones, ni acción racional: era la contradicción, nada.
Toledo tiene algo de esos cuentos.
Creo que lo maravilloso de esta ciudad está en nosotros mismos; en la proyección de todo esto sobre nuestro espíritu. Es la sombra de una casa grande, proyectada por el sol al ponerse detrás de ella.

Juan Zorrilla de San Martín. Resonancias del camino (1893)








Paz de Toledo

Piedra y silencio, soledad no adusta
brizadora del sueño de mis días,
no de mis noches, que la voz augusta
sopla en rescoldos de melancolías.

Melancolías en tu copa gusta
la soledad no adusta, y entre pías
benignidades mi dolor se asusta
cual cervatillo por astrales vías.

Vías del cielo en tierra calcinada
me retratan espectos de tu nada,
ya esqueletos de símbolos, alada

paz de Toledo y de tus mil conventos,
mientras pasan, en tenues barloventos,
fugas de ritmos, pompas, iris lentos...



Agustín Esclasans. 15 días en Toledo (1945)