Estrechas y tortuosas calles

Las calles de Toledo son estrechas, tortuosas y pendientes y mal empedradas, pues lo están con guijos menudos que hacen el piso bastante incómodo; en todo el pueblo no se halla una calle que tenga cien varas en línea recta pero, aunque dichas calles parecen a primera vista un laberinto difícil de comprender, como las comunicaciones se cortan con frecuencia y el aspecto de las casas es muy vario, a poco tiempo se halla uno en estado de desenredarse de ellas; todas las plazas son irregulares y de corta extensión y sólo la de Zocodover, en donde desembocan los caminos de Madrid y Aranjuez, es la que tiene más capacidad y más forma de plaza, pues en tres de sus frentes tiene pórticos sostenidos de columnas de orden toscano y de buena piedra berroqueña.

José Andrés Cornide. Viajes al contorno de Madrid desde 1789 a 1793













 




Paz fecunda

Toledo duerme y vela
durmiendo, como el mudo
guardián de las estrellas
que vuela sobre el mundo.
¡La paz, la paz, Dios mío,
la eterna paz fecunda
de la serena calma
por cielos de cultura!
Dejé mi celda blanca
para olvidar mis dudas
y abrir las alas anchas
por un confín de curvas,
los pálidos desiertos
de ti, Castilla pura,
desiertos de silencio
con puertos de refugio
para mi cuerpo triste
vencido por la lucha.
Voy arrastrando el tiempo
por tus abiertas rutas
de polvo y de granito,
viejo Toledo augusto,
donde las horas huyen
por tanta luz desnuda,
misterio soñoliento
de rejas y sepulcros.
Bajo el rosal de estrellas
mi cuerpo es todo música.
¡La paz, la paz, Dios mío, 
la eterna paz fecunda!

 Agustín Esclasans. 15 días en Toledo (1945)







 

La ermita del Ángel

Continuando nuestro paseo, seguimos por la orilla del río hasta llegar a la ermita del Ángel.
Ocupa ésta uno de los sitios más bellos de Toledo; al contemplar aquellos álamos que se elevan majestuosamente para unirse por sus copas, cual si, celosos, no quisieran que el sol contemplase las muchas bellezas que a sus pies tienen; al oir el agradable rumor del agua del río y al recrear la vista en las infinitas flores que en su huerta viven, la fantasía hace ver a uno aquellos tiempos en que el Ángel era una casa de placer de los reyes moros de Toledo, y se cree divisar por entre la espesura la forma vaga y encantadora de una africana, bella como las huríes del Profeta.

V. Fernández Cuesta. Cartas de Toledo. Artículo publicado en La Ilustración Nacional el 30 de octubre de 1887














Poético desorden

Aislado por la masa de rocas, en la que se diría germinado, Toledo presenta a primera vista un aspecto sorprendente; y la impresión que se recibe no hace sino dilatarse a medida que se avanza y escala cualquiera de las vecinas alturas; pues a cada paso dibújase más limpiamente alguno de esos monumentos cuyo nombre por sí solo constituye una fecha en la historia de España (...)
Vale más, ciertamente, hacer revivir Toledo prendiéndole en el poético desorden de sus elementos diversos: Mezcla original, confusa, sorprendente, de una triple civilización, en que lo godo se enfrenta con lo romano y lo árabe se codea con lo judío; donde al lado de la iglesia se erige la mezquita, donde sobre el circo se levanta la basílica, donde una fecha cubre otra sin borrarla y en que los siglos, las razas, las religiones, se entrechocan o funden; y a cada paso, en fin, el pasado brota a través del presente.

Antoine de Latour. Tolede et les bords du Tage (1860)