Rocas

La ciudad ofrece un aspecto extremadamente antiguo, sobre todo cuando se entra por el puente del Tajo desde Aranjuez y se ve la cantidad de muros y pequeñas torres con creneaux. Por esta parte el Tajo fluye muy espumoso entre la montaña sobre la que está construida la ciudad y las rocas situadas enfrente. Estas rocas son, como casi todas las de España que he visto, calvas moles rocosas que surgen en la montaña de las más diversas formas, que tienen un aspecto maravilloso, más yermo y desolado que salvaje, porque para hacer esta última impresión no son ni suficientemente grandes ni suficientemente atrevidas.

WILHELM VON HUMBOLDT   Diario de viaje a España (1799-1800)


El Transparente

Si preferís contemplar un bailable, una ópera, id al Transparente, detrás de la Capilla Mayor. Encontraréis jóvenes de mármol y princesas de teatro que cantan su gran aria. ¡Qué galantes bellezas! Si deseáis ver sus piernas, aproximaos: ved, allá arriba, una que se precipita cabeza abajo, con las ropas levantadas. Sus encantos son dulces de admirar.


MAURICE BARRÈS   El Greco o el secreto de Toledo  (1913)





Dice todo


De toda España es el mayor decoro
la eminente Toledo, cuya forma,
si hay pinos de oro, es de una piña de oro

por su riqueza, fortaleza y forma.
(...)
Esta Roma en el culto y oraciones,
Atenas en filósofos preclaros,
Lacedemonia en ínclitos varones,
rica Venecia en los tesoros raros,
Numancia en los invictos corazones,
Cipro en belleza de los rostros claros,
mundo pequeño, porque en alto modo,
Toledo, descifrado, dice todo.

JOSÉ DE VALDIVIELSO   Sagrario de Toledo   (1618)



Un rojizo beso

Cuando Dios creó el sol fue para ponerlo sobre Toledo e iluminar la ciudad con sus rayos. Es a la caída de la tarde cuando debemos acudir a esta elevada orilla del Tajo para contemplar como el poniente se abraza a la ciudad y la da un rojizo beso de despedida.
(...)
La hora misteriosa y llameante está en su apogeo. La más mediocre de las fachadas se ha ennoblecido. Una pátina dorada cubre las murallas floridas de blasones, las esculturas de los portales, las cruces de piedra, las almenas de las viejas puertas de granito.


DORÉ OGRIZEK   España  (1953)












Oriente de Padilla

Tajo profundo, que en arenas de oro
la rubia espalda deslizando, llegas
el pie a besar a la imperial Toledo;
Toledo, que en desdoro
de su antigua altivez y su energía
se encorva al yugo que esquivó algún día;
Toledo, oriente de Padilla... ¡Oh río!
tú le viste nacer, tú lamentaste
su destino infeliz, y en triste duelo
su fin infausto denunciaste al cielo.


MANUEL JOSÉ QUINTANA   A Juan de Padilla  (1797)

 


¿Qué os dice?


Venid a la plaza de la Catedral; mirad esas tres puertas sagradas; la puerta del Infierno, la del Perdón, la del Juicio. ¿Qué os dicen sus nobles curvas ojivales? Y esa profusión de ángeles, esa multitud de estatuas, esos follajes de piedra, esos cruzamientos de líneas, filetes y adornos, esos bajo-relieves, esos dos pilares que separan las tres grandes puertas, y suben, de piso en piso, flanqueados de nichos y de santos, hasta llegar a la cima, ¿qué es lo que os dicen? ¿Qué os dice esa torre robusta, esbelta, adornada de extraños azulejos, bordada de arcos, de columnillas, de balcones aéreos, con sus gruesas campanas y sus enormes badajos y sus gigantescas armaduras? Más arriba de la galería, las pirámides; más arriba de las pirámides, las flechas; más arriba de las flechas, las espinas; más arriba de las espinas, el dardo agudo que se pierde en el cielo, con sus globos de oro y su cruz resplandeciente: ¿qué os dice todo eso? ¿No es verdad que quedáis, como nosotros, estupefactos, en esta plazuela mientras que, a nuestras espaldas, el pesado palacio arzobispal contempla impávido todo ese prodigio?

VALERIE DE GASPARIN  Paseo por España  (1875) 

Castillo de San Servando (II)

Castillo de San Cervantes
tú que estás junto a Toledo,
fundóte el Rey don Alonso
sobre las aguas de Tejo.
Robusto, si no galán,
mal fuerte, peor dispuesto,
pues tienes más parientes
que un hijo de un racionero.
Lampiño debes de ser
castillo, si no estoy ciego,
pues siendo de tantos años
sin barba cana te veo
Contra ballestas de palo
dicen que fuiste de hierro,
y que anduviste muy hombre
con dos morillos honderos.

LUIS DE GÓNGORA (1561-1627)  Romance