Semana Santa

"Hoy que tanto se habla de libertad de cultos y de iglesias nuevas, con ritos más sencillos y severos; hoy que casi todos miran adelante y casi ninguno vuelve la vista atrás de buena fe, no para retroceder por donde se ha venido, sino para saber a ciencia cierta, por la comparación de lo andado, en qué punto del camino se encuentra la sociedad española... ¿cómo no ha de parecernos natural que asome a los labios una sonrisa de compasión ante el espectáculo que la vieja Toledo ofrece en estos días a la curiosidad de los viajeros empapados en el espíritu práctico y positivista de su siglo? Pero cruzad durante algunas horas por las revueltas calles de la población hasta que, a pesar vuestro, os empapéis en la atmósfera de gravedad melancólica que respiran sus ruinas; aguardad a que el día comience a caer, a que las dentelladas crestas de las balaustradas ojivales de la catedral se dibujen oscuras sobre el cielo del crepúsculo (...) y ved esa misma procesión cuando, de vuelta al templo, cruza por una de las calles características de la ciudad. Las sombras envuelven el fondo, el resplandor de las hachas arroja sobre los muros la fantástica silueta de los penitentes, cuyos pasos se sienten en el silencio con un rumor semejante al del agua que cae y resbala sobre las hojas; las imágenes de las andas se dibujan confusas y semejan gentes vivas que miran y ven con sus ojos de vidrio (...) Considerada bajo este punto de vista, la Semana Santa en Toledo no admite parangón con ninguna otra."

Gustavo Adolfo Bécquer. "Semana Santa en Toledo". (Artículo publicado en El Museo Universal el 28 de marzo de 1869) 


El Louvre toledano y la Custodia

A la mañana siguiente salimos a dar un paseo con un cicerone que nos llevó al alcázar, el gran palacio real donde residió el rey moro: es una especie de Louvre toledano y su nombre majestuoso no podía contener otras vocales que la reina del alfabeto.
Nos acercamos después a la catedral, en verdad digna de visitarse por las riquezas que contiene como, por ejemplo, la custodia en la que el día del Corpus Christi se lleva el Santísimo Sacramento en procesión. Es tan pesada que son necesarios treinta hombres para transportarla.


Giacomo Casanova. Memorias de España. 1769









De romería devota

El viajero, que para suavizar intervalos de una vida positiva, trabajosa y árida, se entrega a veces al romanticismo platónico de la época, fantaseando sociedades extinguidas, hechos ocultos en la oscuridad de los tiempos, interrogando a las paredes musgosas de las edificaciones seculares, construyendo y urdiendo la idea de solemnidades legendarias, religiones y hechos de las generaciones remotas, salvadas apenas del olvido por las investigaciones históricas, por las notas fantásticas de la tradición y por las torvas apasionadas del cancionero popular, no debe dejar, al verse en Madrid, de hacer una excursión de romería devota a la antigua capital de la provincia Carpetana, al todo poderosos Toletum, de la que nos habla Tito Livio, a la codiciada Toleitola de los árabes.

David Correia Sanches de Frías. Notas a Lapis. (Un día en Toledo). 1886









El Circo Romano

Entre los fragmentos que nos quedan de los edificios públicos con que los romanos adornaron a Toledo en la época de su dominación, deben tener el primer lugar las ruinas del Circo máximo en que se celebraban los juegos circenses, reducidos a correr en competencia ora a pie, ora en carros y caballos (...) Encuéntranse estas ruinas en la Vega baja (...) y consisten en dos hileras de cepas o machones de fuertísima argamasa hecha de piedra más compacta y dura: comprenden estas dos líneas de arranques o cimientos una superficie de 1045 pies de larga por 332 de ancha, cuya planta es semicicular por el extremo Norte y rectilínea en el opuesto de Mediodía, advirtiéndose en todos estos residuos de añeja fábrica el declive o inclinación que en su cara interior debían tener los costados del colosal edificio para asientos de las graderías en que el pueblo se colocaba cuando asistía a los insinuados espectáculos y conservándose aún entero uno de los arcos que servían de entrada.

Sixto Ramón Parro. Toledo en la mano. 1857


Las piedras hablan

Pero en una ciudad como Toledo, las más poderosas de todas son las leyendas mudas. Las mismas piedras hablan -no con palabras, no lo conseguiríamos nunca- sino conmovedora y vagamente, como en retazos musicales, y exhalan el verdadero espíritu de la antigua historia. No puedes sentirte solitario sentándote bajo las murallas de la ciudad; no, por supuesto, si has caído bajo el hechizo de Toledo.

Stewart Dick. El corazón de España. 1907






Calles (V)

A lo largo de los tortuosos y empinados callejones dos hileras de losas siguen la línea de las casas. Entre las losas un semillero de agudos guijarros, a manera de pavimento. Y en lo alto, muy arriba, la estrecha cinta azul del cielo.
Ya subamos o bajemos los ásperos pasadizos, siempre se encontrarán iglesias, conventos enormes, paredones levantados, hay que reconocerlo, con míseros materiales, con ladrillos y hasta con piedras unidas con argamasa. Pocas ventanas y con enrejados siempre. Puertas de granito, pesadas y tristes, ribeteadas de un rosario esculpido. Ciertos escudos de casas señoriales, con un crucifijo y un copón con un casco de cimera encima, forman un bello y castizo ornamento toledano. Clavos anchos como platillos, algunos con cabezas del volumen de un huevo, decoran magníficamente los tableros macizos de las puertas.

Maurice Barrès. "El Greco o el secreto de Toledo". 1913


















Castillo de San Servando

Así como se halla escrito en algunas antiguas escrituras y privilegios, el primer monasterio que en esta ciudad se fundó, después que vino al poder de los reyes cristianos, fue el monasterio que llamaron de San Servando: el cual el rey don Alfonso hizo fundar fuera de ella, de la otra parte del puente de Alcántara, y del castillo que hoy llaman de San Servando: a donde se ven hoy sus antiguos edificios arruinados, y en él puso monjes de la orden de San Benito, como los tenía antes de que España se perdiese.

Pedro de Alcocer. Historia, o descripción, de la imperial ciudad de Toledo. 1554



Modelo de arquitecturas

Reina en los edificios de Toledo una atrayente variedad de estilos; yendo de uno a otro se puede hacer un curso completo de arquitectura; cada siglo tiene allí su modelo.

Charles Didier. Un año en España. (1837)