Un invencible sortilegio

Ya van tres veces que me detengo a la misma hora, en medio del Puente de Alcántara, retardando voluntariamente el instante de mi entrada en la ciudad. Y vuelve a asaltarme la misma emoción, el mismo deseo de escribir a mis amigos que no se inquieten por mi ausencia, que deseo hundirme, por meses o años, en el silencio de esa ciudad que ejerce un invencible sortilegio. (…) Me basta abandonar el puente y aventurarme en la urbe para cerciorarme, una vez más, de que nada ha variado, de que los siglos podrían pasar, dejando huellas implacables sobre otras tierras, sin que Toledo abandonara su inigualable fisonomía (...) ¿Quién será capaz de creer que Toledo, como Brujas, pertenece al pasado?... Toda ciudad capaz de cargar los acumuladores de nuestra sensibilidad está situada en el momento actual. Su razón de ser es imperativa e inmediata. Las civilizaciones pasaron por Toledo dejando el potencial magnífico de sus impulsos colectivos, de sus creaciones. Todo ello se ha mezclado, se ha superpuesto, elaborando un resultado palpitante y viviente.

Alejo Carpentier. (“Imágenes de Toledo”, publicado en la revista Carteles, de Cuba, el 1 de octubre de 1934)

















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